Hoy, día 6 de abril de 2010, daba sus primeros pasos la XXXIX Semana Nacional de Vida Religiosa. Organizada por el Instituto Teológico de Vida Religiosa de Madrid (integrado a la Universidad Pontificia de Salamanca), han acudido a la convocatoria unas 600 personas, más religiosas que religiosos. La Semana versa sobre la comunidad: «La casa de todos. Comunidad, misión y morada», como reza el título.
Han presidido la sesión inaugural el Director del Instituto (catedrático José Cristo Rey García Paredes), el decano de la facultad de teología de Salamanca (catedrático Gonzalo Tejerina), el presidente de la Confer Nacional (P. Elías Royón) y el moderador de la semana (Profesor Gonzalo Díez).
Una oración sentida y compartida, dirigida por el animador de semana (Pablo Agustín Genovés), fue la señal del inicio.
Las ponencias de la primera tarde diseñaban el marco. «¿Dónde moras, Señor?», era la pregunta.
Respondieron un historiador (Profesor Antonio Bellella Cardiel) y una experta en Biblia (Inmaculada Rodríguez Torné).
«¿Dónde habita la vida religiosa?», se preguntaba el profesor Bellella. Su respuesta fue grafica y reflexiva, que partía de una triple constatación:
a) Los consagrados nacieron como un proyecto para la eternidad;
b) Han vivido siempre en dependencia transformadora del medio; y
c) Han buscado adquirir y expresar materialmente su propia personalidad, construyendo, modelando y conectando su identidad con los emplazamientos donde se situaban.
Acto seguido, por medio de un recorrido en seis etapas, el ponente ha expuesto la manera cómo la vida religiosa ha acomodado los espacios a su proyecto de ser y hacer.
Las celdas y la clausura de los eremitas, el servicio de Dios y el trabajo inspiran el modelo arquitectónico que será determinante de la cultura cristiana del occidente europeo y configurará el modelo constructivo, clave para entender la evangelización del continente europeo y americano. Las nuevas formas de vida consagrada nacidas a partir del siglo XIII (mendicantes, clérigos regulares, órdenes hospitalarias etc.) no dejarán de servirse de este magnífico instrumento a la hora de realizar su misión.
Con la Ilustración y las revoluciones que genera, los consagrados tienen que abandonar sus conventos y rehacer su estilo de vida, así como la manera de presentarse. La cultura cristiana necesita buscar nuevos modos de expresión y las personas y los edificios de los consagrados pronto lo acusan. El siglo XX es testigo de los muchos desplazamientos físicos y los replanteamientos arquitectónicos que ha tenido que hacer una vida consagrada que ha hecho todo lo posible para volver a sus orígenes, acercarse a los pobres y situarse en las realidades más alejadas de la fe.
Hoy, día 6 de abril de 2010, daba sus primeros pasos la XXXIX Semana Nacional de Vida Religiosa. Organizada por el Instituto Teológico de Vida Religiosa de Madrid (integrado a la Universidad Pontificia de Salamanca), han acudido a la convocatoria unas 600 personas, más religiosas que religiosos. La Semana versa sobre la comunidad: «La casa de todos. Comunidad, misión y morada», como reza el título.
Han presidido la sesión inaugural el Director del Instituto (catedrático José Cristo Rey García Paredes), el decano de la facultad de teología de Salamanca (catedrático Gonzalo Tejerina), el presidente de la Confer Nacional (P. Elías Royón) y el moderador de la semana (Profesor Gonzalo Díez).
Una oración sentida y compartida, dirigida por el animador de semana (Pablo Agustín Genovés), fue la señal del inicio.
Las ponencias de la primera tarde diseñaban el marco. «¿Dónde moras, Señor?», era la pregunta.
Respondieron un historiador (Profesor Antonio Bellella Cardiel) y una experta en Biblia (Inmaculada Rodríguez Torné).
«¿Dónde habita la vida religiosa?», se preguntaba el profesor Bellella. Su respuesta fue grafica y reflexiva, que partía de una triple constatación:
- a) Los consagrados nacieron como un proyecto para la eternidad;
- b) Han vivido siempre en dependencia transformadora del medio; y
- c) Han buscado adquirir y expresar materialmente su propia personalidad, construyendo, modelando y conectando su identidad con los emplazamientos donde se situaban.
Acto seguido, por medio de un recorrido en seis etapas, el ponente ha expuesto la manera cómo la vida religiosa ha acomodado los espacios a su proyecto de ser y hacer.
Las celdas y la clausura de los eremitas, el servicio de Dios y el trabajo inspiran el modelo arquitectónico que será determinante de la cultura cristiana del occidente europeo y configurará el modelo constructivo, clave para entender la evangelización del continente europeo y americano. Las nuevas formas de vida consagrada nacidas a partir del siglo XIII (mendicantes, clérigos regulares, órdenes hospitalarias etc.) no dejarán de servirse de este magnífico instrumento a la hora de realizar su misión.
Con la Ilustración y las revoluciones que genera, los consagrados tienen que abandonar sus conventos y rehacer su estilo de vida, así como la manera de presentarse. La cultura cristiana necesita buscar nuevos modos de expresión y las personas y los edificios de los consagrados pronto lo acusan. El siglo XX es testigo de los muchos desplazamientos físicos y los replanteamientos arquitectónicos que ha tenido que hacer una vida consagrada que ha hecho todo lo posible para volver a sus orígenes, acercarse a los pobres y situarse en las realidades más alejadas de la fe.
Retornaba la pregunta en la segunda ponencia: «¿Dónde moras, Maestro?». Tal fue la pregunta que formularon a Jesús los discípulos de Juan, tras haber sido fascinados por el Maestro. Los discípulos «fueron, vieron dónde vivía y se quedaron con él», se nos informa en Jn 1,38-39. Inmaculada reconoce y se aplica el dicho italiano: «traduttore traditore» (el traductor es un traidor). Pero el verbo griego traducido por «vivir»significa de suyo «permanecer». Jesús no tiene casa en la que poder vivir. Habita en una tienda, que se desplaza al ritmo de las marchas del pueblo. Jesús lleva inscrito es su ser el sueño de todo ser humano, después de haber sido alejado del Edén: está en constante búsqueda de la tierra y de la casa.
¿Se puede construir una casa comenzando por el tejado: sin tener cobijo, medios económicos o materiales? Pero la casa que construye Jesús y se construye sobre Jesús es un edificio singular: sus cimientos son la fascinación que Jesús ejerce sobre sus seguidores y seguidoras. Las paredes maestras se levantan a ritmo de servicio. La lámpara encendida y el calor del hogar, junto con otros componentes arquitectónicos convierten en esta casa en algo excepcional, vino a decir Inmaculada: El Señor es nuestra casa y domicilio. Formamos esta casa todos aquellos y aquellas que, fascinados por Jesús, vamos tras él. La dialéctica entre la llamada y la respuesta es imprescindible en esta nueva e insospechada casa.
Finalizaba la sesión vespertina del primer día con una oración dirigida por el animador de la semana: Pablo Agustín Genovés. En ella se conectó el tema de la tarde con el Evangelio del día. Se entregó a cada uno de los semanistas el icono de la Semana con la oración del día primero "¿Dónde moras?". Se irá entregando sucesivamente toda la serie, que podrá servir como recurso oracional en las comunidades.
Los semanistas quedan citados a las diez de la mañana en la sede de la semana (Salón Ángel Herrera) y en la sede del Instituto. Un panel –en el que se irán exponiendo distintos tipos de casa y de misión– y un taller, en el que los semanistas aportaran sus pareceres y preguntas a las dos ponencias de la tarde de hoy. Hasta mañana, si Dios quiere.