El jueves 2 de octubre se celebró la inauguración del Curso Académico 2025-2026 en el Instituto Teológico de Vida Religiosa y la Escuela Regina Apostolorum de Madrid, y como subrayaría en esta tarde su director, el P. Antonio Bellella, “no partimos de cero; tenemos en nuestro haber el patrimonio que se ha ido depositando en el almacén de nuestra memoria, nuestra tradición académica y nuestra historia”. “Utilizando el lenguaje informático, -continuaba el religioso claretiano-, con cada curso nuestro Instituto se reinicia, se reconfigura, se ve emplazado a instalar programas nuevos y revisa el sistema. Todo con el fin de servir más y mejor a las personas consagradas, sosteniendo el intento de seguir estudiando las características de nuestra forma de vida cristiana, entrando en diálogo intelectual con nuestra tradición y con la cultura actual”.
Así, tal como anunciaba el programa, la tarde se dividió en dos momentos diferenciados; el litúrgico, primero, que tuvo lugar en el santuario del Corazón de María de la calle Ferraz, y seguidamente, el académico, ya en el salón de actos del ITVR.
De tal modo, un nutrido número de alumnos, así como amigos de esta casa, asistieron en un clima de fraternidad y compañerismo a la celebración de la eucaristía presidida por el P. Adolfo Lamata, superior mayor de los claretianos de la provincia de Santiago. El misionero estuvo acompañado en el altar por otras autoridades como P. Aurelio Cayón Díaz, vicario de la vida consagrada de la Archidiócesis de Madrid o el P. Gonzalo Fernández Sanz, director de Publicaciones Claretianas y de la revista Vida Religiosa. Concelebraron también otros profesores y miembros de la comunidad claretiana de Buen Suceso, que, como desde el primer día, continúa al servicio de estas obras apostólicas ofrecidas desde aquí a miles de consagrados. También pudo verse entre los asistentes a el Hno. Jesús Miguel Zamora, secretario general de la CONFER y a Carolina Sánchez, actual presidenta de CEDIS.
Desde lo profundo comienza la vida del religioso
Durante la homilía, el religioso hilvanó unas preciosas palabras de ánimo que comenzaron con la poderosa imagen del tronco aparentemente seco que traía la lectura de Isaías, “de cuya raíz florecerá un vástago” (Is 11, 1-4a). “Desde lo humilde, desde lo profundo comienza también la vida del religioso, del consagrado: como un brote que necesita tiempo, cuidado y formación para crecer y dar fruto”. “La formación no es un trámite ni una etapa que se supera. Es el espacio donde el Espíritu del Señor se posa sobre el consagrado, como sobre el vástago de Jesé”, comenzaba.
“No estamos exentos de la realidad de nuestro, un mundo que vive de la imagen, del ruido y de la inmediatez, pero sin embargo estamos llamados a ser testigos de profundidad, de discernimiento, de justicia. Pero esto no se improvisa. Se forma. Se cultiva. Se aprende en el silencio, en la oración, en el estudio, en la vida fraterna, en el compromiso pastoral. La formación es el taller donde el Espíritu trabaja la arcilla que nos compone a cada uno de nosotros”, continuaba.
Seguidamente, el provincial de los claretianos se detuvo en el Evangelio para desentrañar la “sed” de la que habla Cristo. “Es una sed más profunda, una sed que no se sacia con rituales ni con estructuras”, explicaba el religioso. “Es la sed de Dios. La misma sed que confío nos haya traído hasta aquí. La sed que los impulsa a buscar, a preguntar, a estudiar, a orar”. Pero no solo a eso. Hay algo más: “Jesús no se limita a saciar esa sed, sino que además promete que el discípulo se convertirá en cauce de Dios para los demás”. “La formación que hoy comienza con este acto no es solo para vosotros. Es para que, en su momento, podáis ser fuente para los sedientos, luz para los que buscan, palabra viva para los que esperan”, concluyó.
“Continuamos nuestro caminar”
El acto académico comenzó, ya en el salón de actos del instituto, con el P. Adolfo Lamata que abrió la tarde tomando la palabra en nombre del presidente del ITVR, el P. General de los Misioneros Claretianos, P. Mathew Vattamattam, y saludó a los asistentes en su nombre, animándolos a vivir con seriedad y profundidad este presente año de estudio. “Los Misioneros Claretianos continuamos nuestro caminar junto a las comunidades de vida consagrada, con el deseo de estar a su lado”, inició el superior mayor. “Como siempre que se inicia un curso académico nos abrimos a la novedad esperanzada e ilusionante del pensamiento y el aprendizaje, pero también a lanzar la mirada a un universo de conocimientos que nacen del caminar de la historia y del saber destilado a lo largo del tiempo”, expresó el misionero invitando a vivir con pasión un nuevo curso donde nos espera un año de crecimiento, de descubrimientos y de contribuciones significativas en el desarrollo personal y vocacional.
La vida religiosa, centinelas en constante estado de excepción
Tras las palabras de bienvenida del P. Lamata, llegó el turno de la lectura de una brillante lección inaugural que llevó por título ‘Las encrucijadas que el mundo actual presenta a la ética teológica: glosas a la excelencia de la vida religiosa’, pronunciada por D. Román Ángel Pardo Manrique, decano de la Facultad de Teología de la Universidad Pontificia de Salamanca. El sacerdote burgalés quiso con una advertencia preliminar, referida al cambio de época “que ya se ha producido”: “Ciertamente el mundo ha cambiado de paradigma, y no podemos decir: ‘¡peor para él, porque nosotros no!’ Un razonamiento así, sencillamente, no es verdad. Nosotros formamos parte de ese paradigma.”, comenzó el profesor.
“La sociedad de nuestro hoy se puede definir de muchas maneras: sociedad líquida como sugiriera Z. Bauman; de la decepción, como apunta Lipovetsky; emotivista si seguimos las claves de MacIntyre; del desconocimiento, al modo que la nombra D. Innerarity; o incluso del cansancio, como define Byung-Chul Han… Pero posiblemente lo que mejor la define es su complejidad, su ser fragmentaria y conflictiva, por eso nos toca algo que debiéramos ya haber hecho: ser centinelas en constante estado de excepción.”, proseguía el profesor. “Centinelas, vírgenes prudentes, siervos esperando a su señor… Siempre ofreciendo la riqueza de la Iglesia que no se puede comprar, el don de sí mismo”, animaba.

Seguidamente, Pardo Manrique se expresó con la confianza “de quien se encuentra en su casa”, y endilgó un “nos ha pillado el tren”. “Y nos ha pillado siendo también nosotros muy individualistas, autosuficientes, complejos y hemipléjicos. A lo mejor porque hemos primado la poiesis a la praxis, lo exterior a ser expresión de esa plenitud que antes se llamaba, equívocamente, vida perfecta”, abundaba no sin cierta ironía. Y en este sentido “A los religiosos os pedimos que hagáis presente desde vuestra consagración, comunión y misión los cuatro principios de Doctrina Social de la Iglesia que nos recordaba el papa Francisco y que no debiéramos nunca olvidar para presentar una verdadera unidad en la diversidad”. Enumerándolos, el profesor comenzó por “debéis enseñarnos, sobre todos los monasterios y conventos contemplativos, a descubrir la diferencia entre lo sustantivo y lo accidental, entre lo que es urgente, pero no es lo necesario”. En segundo lugar, “la unidad frente al conflicto, es decir, verdaderas comunidades de hermanos en un mismo carisma y vocación”. El tercer punto fue recordar que “la realidad es más importante que la idea, sacando adelante, sin renunciar los principios evangélicos, tantas realidades e instituciones que caen sobre vuestros hombros”. Por último, “el todo es mayor que la parte”.
Tras esta larga introducción, el sacerdote pasó a tratar el grueso de su conferencia, “los cuatro límites de la encrucijada que el mundo actual presenta a la ética teológica”. El primero de ellos es el tema de la Verdad, “y más en concreto de la verdad práctica y ética en medio de la pluralidad”. Respecto de este apartado, el decano resolvió que “como religiosos debemos seguir anunciando a Cristo Jesús”, y citando a san Pablo continuaba explicando que “Él seguirá siendo escándalo para los judíos, necedad para los paganos, pero para nosotros sabiduría de Dios”. La segunda encrucijada quedó cifrada en los límites de la condición humana, es decir, “en una antropología moral que se abra paso entre los dualismos individualidad-comunión y libertad-uniformidad”. “Trabajemos a favor de una Iglesia donde el raciocinio no quede ahogado en la predicación, ni la lógica sea sustituida por la ideología”. La tercera encrucijada se enmarcó en los conceptos de biopolítica y bioética. “En todos estos ámbitos debe estar presente la vida religiosa, porque vuestra peculiar forma de vida no es fuga mundi, sino llevar en nuestras manos la ofrenda de este mundo”. En último lugar, recordó para la cuarta encrucijada que “Dios ha de situarse en el centro de la cuestión moral”.
Para finalizar, el experto planteó el papel de la vida religiosa en el mundo evocando unas hermosas palabras de san Pablo VI de la exhortación Evangelii Nuntiandi en su número 21, que a su vez quedaron resumidas en su explicación posterior: “La responsabilidad de los cristianos es aceptar unos valores a los que se llega por la razón, pero que, a su vez, han sido también sellados y convalidados por la fe cristiana. Y vivirlos generosamente, sin tratar de imponerlos, pero dando un testimonio alegre, demostrando que esto es lo que de verdad les hace felices, de tal forma que si un día alguien les preguntase: ¿Y vosotros, por qué hacéis esto?, ojalá sean capaces de responder que es el Señor quien lo ha hecho, y es una obra admirable a nuestros ojos”.
Memoria académica
El programa continuó con la lectura de la Memoria del curso anterior, que corrió a cargo de Laura Zamora, secretaria académica, constatando las múltiples actividades desarrolladas al servicio de la vida consagrada. Cursos, seminarios y conferencias por las que pasaron más de mil quinientos consagrados de muy distintos puntos del globo gracias a la retransmisión online y presencial de la mayoría de nuestras actividades. Del mismo modo, el crecimiento de la biblioteca del ITVR es ya considerable, superando ya los 71000 títulos a los que se suman los casi 20000 volúmenes de revistas accesibles para los estudiantes, profesores e investigadores especializados.
Una mirada necesaria
Finalizó el acto con las palabras del P. Antonio Bellella, invitando a la comunidad educativa del ITVR-ERA a iniciar este curso con palabras sustanciosas y significativas: “Al principio de este curso, nuestra propuesta de trabajo quiere ser un voto de confianza, una apuesta tan analítica como cordial por el seguir pensando la teología de la vida consagrada; tan serena como apasionada al tiempo que nos toca vivir; tan abierta al pasado como atenta al porvenir, ofreciendo herramientas que respondan con la firmeza del pensamiento y con los pies asentados en el mar de la realidad que nos circunda”. “Este año seguimos subrayando tres elementos; nuestro compromiso de caminar al ritmo de toda la Iglesia, la atención diversificada a la pluralidad de las vocaciones a la vida consagrada y el acercamiento reflexivo a los problemas concretos de las comunidades de vida consagrada y sus miembros”, concluyó el director.









