«Ningún pasado es pasado» (Frank Kafka)
En el año 325, doce años después de que las autoridades del Imperio romano reconocieran el derecho de los cristianos a practicar y extender libremente su fe, se celebró en la ciudad de Nicea (actual Turquía) el primer concilio ecuménico de la historia de la Iglesia. Este acontecimiento, muy distante en el tiempo, fue tan significativo que sus repercusiones aún son perceptibles. La misma bula de convocatoria del Jubileo de la Esperanza, Spes non confundit, menciona el 1700 aniversario de dicho concilio, integrándolo expresamente en las efemérides del año jubilar.
La libertad religiosa (año 313) y la celebración del primer concilio ecuménico (año 325) conllevaron una serie de transformaciones que aún resuenan en nuestros días. El siglo IV es uno de los momentos clave para entender la historia posterior de la Iglesia. Con la libertad de culto inicia una nueva relación del cristiano consigo mismo, con su comunidad de fe y con la sociedad. Entre otras cosas, se acuerda el texto del Symbolum Fidei (el Credo) y empieza la época dorada del pensamiento patrístico. Al mismo tiempo, concluye la época de los mártires, se reorganizan el catecumenado y la misión, replanteando la pastoral, y la visibilidad de la Iglesia se incrementa significativamente. En Egipto, inicia el monacato institucional desarrollándose la vida consagrada; la amplia difusión del monacato en todo el imperio favorece la presencia de formas diversificadas de vida cristiana. Finalmente, se transforman las estructuras intraeclesiales, a la vez que se reconfigura notablemente el papel eclesial y social de los pastores.
En poco más de 50 años, el cristianismo adquirió tal relevancia que, en el año 380, pasó a ser la religión oficial del Imperio romano. Viéndolo con los ojos de hoy y usando nuestro lenguaje, la celebración de Nicea formaría parte de la implementación de un nuevo paradigma social, cultural y eclesial. El cristianismo y la Iglesia empezaron a ser dos elementos clave en la configuración futura del mundo occidental.
Hoy parece que todo gira alrededor del polo opuesto, como demuestran algunas tendencias. Los restos de la cristiandad, incipiente en el concilio de Nicea, se desbaratan en nuestros días a todos los niveles. Hoy ya hablamos de sociedades post-cristianas. La legislación civil que en el siglo IV empezó a inspirarse en los principios cristianos, hoy intenta alejarse de ellos. Temas como la identidad del cristiano, las relaciones intraeclesiales, la visibilidad eclesial, el desarrollo de la misión, el rol de las formas de vida, etc., piden hoy con urgencia una revisión semejante a la que se tuvo que hacer en torno al año 325. Concretando en la vida consagrada, el gran incremento del número de monjes en el siglo IV es directamente proporcional a la reducción de efectivos y presencias que hoy acusan nuestras instituciones; y la difusión del monacato en su primer siglo guarda ciertas analogías con el crecimiento intercultural de las congregaciones en las últimas décadas.
Podría decirse que Nicea no está tan lejos como parece, ni es tan pasado como a primera vista algunos piensan. Por ello, este Ciclo de Conferencias no es una mera mención conmemorativa; más bien, pretende ofrecer a las comunidades y personas consagradas algunas pistas para mirar a nuestro hoy, a partir de la experiencia adquirida. Ojalá también logre dar algunas respuestas a esas cuestiones que cada época está obligada a replantear y reformular.
Invitamos a los consagrados/as a reservar en sus agendas esta valiosa oportunidad formativa de acceso libre. Este evento se llevará a cabo en un formato bimodal, permitiendo la participación tanto de manera presencial en nuestro Salón de Actos como de forma online a través del Canal de YouTube.
La primera conferencia está programada para el 9 de octubre a las 18:30 horas. El programa completo se puede consultar e imprimir a partier de este documento PDF adjunto.