La profesora de sociología de la vida consagrada del Instituto Teológico de Vida Religiosa, Teresa de Jesús González Barbero, fue la encargada de pronunciar en la tarde de ayer la penúltima conferencia del ciclo ‘Los Jueves del ITVR’, que llevó por título ‘El aumento de la esperanza de vida: un logro social, un aprendizaje vital’
Así, desde sus orientaciones sociológicas, tan bien valoradas en muchas instituciones de la vida consagrada, la experta planteó una cuestión fundamental, la de cómo se sitúan los religiosos frente a la fotografía que nuestro modelo social ofrece cuando habla de las personas mayores. “La experiencia que aportan los más veteranos a las instituciones de vida consagrada es fundamental, y reside en el acompañamiento que están ofreciendo, tanto a las personas más jóvenes como a los mismos mayores”, respondió.
Situación general de las personas mayores
“¿El aumento de la esperanza de vida es un logro social?”, formuló González Barbero. “Porque está claro que tenemos más esperanza de vida y más salud, pero ¿cumplir años conlleva un aprendizaje vital?”, incidió. Y más aún: “¿Está la sociedad preparada para una sociedad más envejecida? ¿Nos enseñan a ser mayores?”.
Para abordar estos interrogantes, lo primero que ofreció la experta fue el marco en el que se desenvuelven nuestros mayores. “El envejecimiento avanza mucho en España
llegándose a contabilizar 125 mayores de 64 años por cada 100 menores de 16”, explicó al tiempo que advertía que “si la población mayor superara en un tercio a la población joven, no sería posible el reemplazo”.
Para González Barbero, “hemos pasado por la pandemia que ha provocado la muerte de muchas personas mayores, pero aún somos país de ancianos. De hecho, el crecimiento es exponencial”. “Esto plantea muchas cuestiones que no están resueltas y que atañen al modelo social”.
Roles sociales
“¿Qué cosas puede hacer y qué cosas ha hecho la población más envejecida en nuestro país?”, comenzó preguntando la profesora de nuestro instituto en la segunda parte de su intervención. “Más allá del cuidado, que los ancianos participen en la vida de los jóvenes, involucrándose especialmente en la vida familiar, tiene valores innegables, pues son los encargados de transmitir tradiciones y van con menos prisa”. Además, “está comprobado que aquellos nietos criados por sus abuelos tienen perspectiva más amplia del ciclo vital”.
En cualquier caso, es lógico que la vida de una persona mayor no se cierre a esta sola posibilidad, y por ello desde la sociedad civil se proponen otros roles sociales. González Barbero quiso destacar entre ellos la apuesta que la Universidad de Salamanca o la Universidad Complutense de Madrid han denominado ‘Universidad de la experiencia’. “Las personas que lo desean y sean mayores de 55 años pueden solicitar el acceso a la universidad. El estudio dura tres cursos y cursan asignaturas de cultura general y tienen 40 horas de clase por curso. Cuando acaban, si quieren, pueden continuar”. Ella, que ha sido profesora de alumnos en edad de jubilación, recalcó “lo gratificante que resulta a toda la comunidad educativa” un proyecto como este.
De cara al trabajo con mayores
Los principios generales de toda intervención con personas mayores han de pasar por “evitar la categorización, estigmatización y etiquetamiento”. “La vida tiene muchas etapas, pero la desesperanza viene cuando el modelo social te categoriza”, abundó.
Seguidamente enumeró otras consideraciones, entre las que figuraron la apertura, la obligación de capacitar a la persona mayor o el trabajo en red.
Finalmente, la conferenciante estableció unas recomendaciones en línea con las propuestas por la Organización de Naciones Unidas. “La primera que recalcaré es la accesibilidad, pues la población más envejecida tiene derecho a acceder al entorno físico, social, económico y cultural tanto como a su movilidad personal”. A renglón seguido, la experta continuó enumerando la segunda recomendación, que también parte del entorno que propicia las relaciones de los más ancianos con la sociedad. “Necesitamos realizar ajustes”, advirtió González Barbero. “Debemos de realizar modificaciones y adaptaciones necesarias y adecuadas para garantizarles el goce o ejercicio, en igualdad de condiciones con las demás, a todos los derechos humanos y libertades fundamentales”. Así también “debemos ofrecer la opinión de los más mayores a nivel individual y grupal, pasando por el fomento de la asociatividad y llegando a los cargos de representación de las instituciones o empresas”. Por último, “hemos de reorganizar el modelo productivo”. “Las empresas deben adoptar un compromiso político explícito reflejado en políticas y procedimientos para proteger los derechos humanos de todos, incluyendo evaluaciones de impacto de sus actividades”
Entonces, ¿estamos preparados para el envejecimiento? “Es bueno preparase para cumplir años”, respondió González Barbero. “Solo hace falta dejar pasar el tiempo”, concluyó.